viernes, 17 de octubre de 2008

El otro día me sorprendí bastante al leer en un periódico que en Cataluña una mujer ha pedido el divorcio a su marido porque según ella, su marido estaba obsesionado con que su hijo no hablase ni estudiase en catalán y que tenía la obsesión de ir en contra de todo lo que provenga de la Generalitat.
En realidad lo que el marido pretendía era que su hijo pudiese estudiar en castellano y es algo absolutamente lógico.

No llego a comprender cómo la gente puede llegar a este nivel de estupidez, ignorancia e intolerancia llegando a situaciones ridículas y lamentables como esta.
Creo que no hay por qué renunciar a un idioma que es identidad propia de un territorio, pero esque se puede conservar sin entrar en un nacionalismo extremista y descerebrado , pudiendo coexistir ambos a la vez (aplicándolo tanto a catalán - español como a euskera - español)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

una mirada vale más que muchas palabras

gsantamaria dijo...

Por curiosidad, ¿de qué diario se trataba?

Lo cierto es que no se puede comparar la situación lingüística en Cataluña respecto a la de Euskadi. En Euskadi, afortunadamente, la administración no ha conseguido sus propósitos desestabilizadores (otros sí los ha conseguido, pero ése no). En Cataluña, todo está contaminado por el nacionalismo. Absolutamente todo. A mí me resulta irrespirable.

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